Aquí no vas a encontrar profes serios con cara de «esto va en 1, 2, 3…».
Aquí vas a encontrar personas reales, apasionadas por la danza, que mezclan técnica, humor y humanidad para que disfrutes mientras aprendes de verdad.
Cada uno tiene su estilo, su historia y sus locuras… y eso es justo lo que hace tan especial venir a clase con nosotros.
¡Conócelos!
Si algo tiene claro Irene es que el baile no es solo mover el cuerpo… ¡es entenderlo!
Amante de la técnica y de los porqués del movimiento, le flipa enseñar cómo funciona realmente tu cuerpo en el baile, para que puedas expresarte con libertad y seguridad.
Pero no te asustes: aquí no vienes a hacer exámenes.
Porque además de ser una profe detallista y apasionada por los pequeños matices, Irene también es de las que crea un ambiente relajado, con bromas, música y ese punto de confianza que hace que quieras volver a clase cada semana.
Sabe que mucha gente viene a desconectar y traer su mochila emocional, y por eso se muestra tal como es: cercana, natural… y sí, con algún que otro chiste malo incluido.
Le encanta ver cómo el grupo se une, cómo os lo pasáis bien en clase, pero también le emociona cuando alguien saca su vena friki del baile y le hace 20 preguntas seguidas sobre técnica.
Para ella, eso es pasión.
Y ahí es donde brilla: dando tips personalizados a cada alumno, por pequeños que sean. Porque en sus clases, tú no eres un número más.
Y si alguna vez te cruzas con Irene fuera del aula… probablemente esté viendo vídeos de maquillaje en YouTube, planeando su próximo viaje con historia incluida, o ganándote a algún juego de mesa.
Eso sí, si ves a Judith (de Korke & Judith)… ¡no le preguntes por el primer social de Irene!
Detallista, cercano y con una energía que se contagia desde que entra por la puerta.
Así es Tomás.
Le apasiona enseñar con precisión, cuidar la técnica y ver cómo, día a día, sus alumnos mejoran mientras se lo pasan bien.
Porque para él, el baile no solo se siente… también se piensa.
Lo que más le llena como profe es ver cómo se crean lazos entre los alumnos, cómo de repente empiezan a quedar, a hacer piña, y encima, se enamoran aún más de la bachata.
Para él, esto no es solo una clase, es una comunidad.
Y no cualquiera: ¡una comunidad que crece, aprende y se apoya!
Aunque por fuera lo veas siempre bailando y dando clases, por dentro es un friki declarado de las pelis de acción, ciencia ficción y superhéroes.
Y cuando no está viendo alguna serie o corrigiendo tus pasos… probablemente esté aprendiendo sobre desarrollo personal o marketing, porque lo suyo es crecer como profe y como persona (spoiler: no le gusta estarse quieto).
Ha probado tres veces la universidad (informática, psicología…) y antes de vivir de la bachata, ayudaba a la gente haciendo sesiones de hipnosis.
Sí, has leído bien.
Lo suyo siempre fue entender a las personas, ya sea en una consulta… o en la pista.
Eso sí, tiene una anécdota que no puede faltar: una vez se le escapó un pedo en una clase privada… y aún no sabe si el alumno lo notó.
No sonó, pero el olor traicionó.
¿Fue disimulado? ¿Fue heroico?
Eso quedará en los archivos secretos de la academia
Raquel es de esas personas que te hacen sentir en casa desde el minuto uno.
Natural, divertida y cercana, crea junto a Walter un ambiente donde puedes aprender a bailar sin sentir presión, sin compararte con nadie y, sobre todo, disfrutando de verdad.
Su lema: técnica sí, pero con cariño y sentido común. Nada de complicarlo más de lo necesario.
Le emociona ver cómo sus alumnos crecen desde cero, se equivocan, se ríen, y de repente… se sueltan y lo dan todo.
Para ella, eso vale más que cualquier paso perfecto. Y es que cuando la clase se llena de risas y flow, Raquel está en su salsa.
Cuando no está bailando, la puedes encontrar con su hijo adolescente (si él se deja, claro ), cuidando a sus cuatro gatitos y su perra, o rodeada de su segunda familia: alumnos, compis y toda la comunidad InfiniT.
Dice que pasa más tiempo aquí que en casa… ¡y tan feliz!
Eso sí, si entras al aula y ves las perchas torcidas… ¡corre!
Porque no lo puede evitar: las tiene que colocar bien sí o sí. Es su superpoder secreto.
Bueno, ese… y no saber guiñar el ojo. Lo intentó una vez en una demo y acabó con cara de haber mordido un limón
Walter es ese profe que convierte cualquier paso en algo sencillo, divertido y con sentido.
¿Su secreto?
Explicarte todo con ejemplos cotidianos, quitarle el peso al “perfeccionismo” y meterle un toque de locura (confesamos que a veces se le va un poco la olla, pero en el buen sentido ).
Lo suyo es enseñar sin agobios, con buen humor y sin perder el foco.
Quiere que te lo pases bien, que disfrutes el proceso, y que poco a poco vayas ganando confianza para crear tus propios movimientos y lanzarte a improvisar sin miedo.
Fuera del aula, te lo puedes encontrar delante del portátil “programando” (o eso dice), en la Play, o simplemente dando un paseo si los ánimos lo acompañan.
Porque sí, también hay días off, ¡como todo el mundo!
Y por si no lo sabías… Walter es dimoni en “Sa fil·loxera de l’infern” de Binissalem.
Sí, sí, fuego, humo y trajes infernales incluidos.
Una mezcla explosiva entre tradición y pura energía… como sus clases.
Gloria es de esas profes que te enseñan con precisión, pero te sacan una carcajada en medio de una explicación.
Cercana, divertida y detallista con la técnica, le encanta que sus clases se sientan como una escapada del mundo: un rato para pasarlo bien, desconectar… y aprender sin darte cuenta, aunque a veces los ejemplos sean un poco “chorras” (palabra de la profe ).
Lo que más le llena es ver cómo sus alumnos crecen, se sueltan, y cómo esa magia del baile une a personas que ni se conocían.
Para ella, formar parte de ese proceso humano es un privilegio… y lo vive con verdadera pasión.
Cuando no está bailando (algo que le cuesta mucho, porque lo ama con locura), la puedes encontrar haciendo excursiones por la naturaleza, viendo puestas de sol con sus perrhijos o disfrutando de los suyos.
Eso sí, ¡ni se te ocurra ofrecerle queso!
Lo odia con todas sus fuerzas.
Y lo peor no es eso… es que la gente sigue preguntándole si quiere un poco.
¡Respeta a la antiqueso!
Pese a todo eso… ella insiste en que es monísima.
Y nosotros también lo creemos
Fran tiene el equilibrio perfecto entre lo técnico y lo divertido.
Sus clases combinan precisión y buen rollo, para que cada alumno aprenda algo nuevo en cada sesión… pero sin comerse la cabeza.
Porque aquí se viene a disfrutar, progresar, y salir con la sensación de que el tiempo ha volado.
Le encanta ver cómo sus alumnos se retan a sí mismos, cómo avanzan paso a paso, y sobre todo, cuando se implican en clase y participan con ganas. Esa actitud es lo que hace que el ambiente crezca y se convierta en una experiencia compartida.
Fuera de la pista, a Fran lo encuentras disfrutando de una buena cena (apto para foodies), haciendo planes al aire libre o simplemente compartiendo tiempo con la gente que aprecia. Eso sí, aunque en redes sociales parece de lo más extrovertido… él asegura que es tímido.
Y una joyita para cerrar: en más de una ocasión lo han confundido con otra persona… y en vez de aclararlo, ¡ha seguido el juego para no romper el momento! Un día era Fran, y al siguiente… quién sabe